ORACULARES
Colección de palabras
Diciembre de 2005
1
agonía, incertidumbre,
rompe caballo de fuego el fuego,
manso astro
derramando hielo
al lado velas encendidas,
penumbra dorada
entre los muslos,
brilla río acabado
en el rumor del frío
y fuera
encendida lluvia
despojada,
lagrimas insensibles,
abrazan al triunfo
el tiempo derretido
2
toda vida es consumirse
mirando al lugar inexistente
tan dentro de si
desde la nada a nada
¿dónde la mirada
encuentra
donde asirse?
¿y cómo?
no estar
el aire perdido
desvanecido esencial
lo que queda es de otros
la mirada encierro
claustro
desansiedad
un círculo de agobios
espejo apagado
3
en el bosque el agua
un mar de lluvia
donde corren los corzos
encendidas las piedras
helada hojarasca
y un paso de escarcha
huella del alma
respirar es violencia
los gritos de uno mismo
llaman a los hermanos
alados
murciélagos de oro
4
es hora ya es hora
donde late el pulso
y el impulso
de encontrar habitantes
para despojarlos
y repartir la luz
del ocaso
oh luces, oh atardeceres
que desatan las noches
moraremos, si, moraremos
en la eterna queja
del bosque enojado
nos devora
5
lo bello es disolverse
queda desnudo
palpitante
abraza la piedra
de la estatua
frío desolado
sombra
sombra
arco de luz
recuerdo
de la fuente
del camino
del bosque
una luciérnaga esencial
6
lo esencial
cae como lluvia
imperceptible
apenas desnudo
hecho de frío
cuando bello
irreconocible
y luego humano
despojado
todas las imágenes una
mirada sin voz
fondo del pozo
ascienden los sonidos
7
ahí el grito
las ramas de los árboles
las piedras invisibles
la hojarasca
anochece sobre cosas,
ay, tantas
en su desmesura
cuando fue bello
era inhumano
y terrible
vacío de palabras
8
este aire
no tiene
la suavidad
de la caricia
este aire
este
donde el nombre
habita
se refugia
un eco
es fuego, si,
y brasas
y un torrente
de silencios
como palabras
sin una que pueda
poner un cierre
sin final
un aire de palabras
torrencial y austero
9
volando alto
la límpida pluma
ignora
y odia
y el pájaro la habita
indiferencia
del vuelo
para no ser
cada suspiro una eternidad
y después amargo
el silencio del aire
y en cruz
proa de espumas y sal
incertidumbre
cicatrices de frío
cantan las heridas
un himno
que ignoran
10
la noche de improviso
alma cerrada
ay quien pudiera
abrirla
y beber de ella
saciarse en los silencios
de un arroyo oscuro
vestir de luz las manos
y de frío y su escarcha
los ojos que no miran
con velo diamantino
pues
todo es hielo
canción de piedra
y palabras de piedra
11
tan claro lo imprevisto
bajo el árbol fue un ángel
y quedó su rastro
musgo
son las sombras,
las sombras,
cada sombra su luz
y cada voz reclama
su silencio
elegíaco
cada minuto un río
y en el aire vacío
un cuerpo
de memorias
donde la cara el aire
y donde el vientre
el agua
12
pasó con sus colores
y palabras
pasó
hasta disolverse
cintas en el cabello
y un junco en la cintura
mojado
abrazando
la carne
pasó
hasta disolverse
con música en las manos
13
un volcán un camino
el trigo y los racimos
los chopos ondulando
sinfonías
deslizan las notas el sustento
saciando la sed del río
y de la fuente
flotan las palabras
en desorden
y todo es sinsentido
rumoroso
15
pisadas
mordidas de serpientes
las huellas
engarfiadas
en piedras y sus gritos
hasta el anochecer
pues
todo es todo
resplandeciente el sol
hasta agujas de plata
ser
la ladera
y su arboleda
abierto su regazo
a la mirada
el sexo del bosque
en la hondonada
esquivas las sombras
vanidosas
en lo alto
línea cumbrera delineada
como un vuelo
inalcanzable
el infinito
es
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